jueves, 9 de febrero de 2017

BATALLA DE IBARRA 1 DE DICIEMBRE DE 1812


Conocida también como de Batalla de San Antonio de Ibarra, fue una encuentro bélico ocurrido en las inmediaciones de la ciudad de Ibarra entre el 27 de noviembre y el 1 de diciembre de 1812. Este evento, está enmarcado  dentro de las Guerras de Independencia Hispanoamericana, este enfrentamiento fue entre las tropas del Estado de Quito y el Imperio español. La derrota quiteña ocurrida tras este evento supuso la desaparición de la fugaz nación que había nacido en el territorio de la Real Audiencia de Quito después de instalada la Segunda Junta Autónoma de Gobierno, que se había declarado independiente de España el 11 de octubre de 1811.


El  general Toribio Montes había llego desde España en calidad de Presidente de la Real Audiencia de Quito y como Comandante General de las huestes realistas en reemplazo de Joaquín Molina, quien había perdido la confianza del Virrey de Perú, José Fernando de Abascal. Montes, era un sagaz veterano de guerra, recibe el apoyo incondicional de sus superiores y procede a formar un ejército para recuperar los territorios de Quito, consistente en: tropas frescas reclutadas en Panamá, Lima y Guayaquil; además se le asignó la cantidad de cien mil pesos, extraídos de la Caja del Tesoro de Lima, por lo cual convoca con carácter de urgente a todos los ciudadanos idóneos, comprendidos entre 16 y 50 años de edad, para la movilización y defensa de la nación en la ciudad de Ibarra, ya que habían perdido Quito en manos realistas; ordena además la ejecución de espías y traidores, e invoca a los bandos internos a la reconciliación y la paz amenazada por un enemigo común.
Toribio Montes por su parte dispuso que el brigadier Juan Sámano, se dirigiese hacia el norte y persiga a las tropas quiteñas hasta el aniquilamiento y destrucción total de los insurrectos. El escuadrón quiteño organizó la resistencia en las inmediaciones de la ciudad de Ibarra, ocupando las alturas de Loma de Soles, Bellavista Alta, Loma de los Callipicos y de Los Óvalos; sin descuidar otras posibles líneas de operación enemigas en dirección a Zuleta y el centro urbano de la ciudad.

Sámano convoca entonces a su Estado Mayor para una apreciación de situación y ésta decide cambiar la estrategia hispana, enviando comisiones que propusieran una concertación sin consecuencias posteriores para los quiteños entonces el pacto propuesto por Sámano fue aceptado por los incautos quiteños, pues ambos ejércitos marcharon juntos, y aunque el viaje debía terminar en Ibarra, donde firmarían los respectivos tratados, los jefes realistas estudiaron en detalle a las tropas quiteñas lideradas por Pedro de Montúfar y decidieron pernoctar en San Antonio, alegando que las tropas estaban cansadas, incumpliendo el ofrecimiento de concentrarse en Ibarra, Sámano inmediatamente envió postas para acelerar el arribo de refuerzos desde Quito, aunque estas finalmente nunca llegaron.

Fernando Terán, párroco de San Antonio que era fiel a la causa quiteña, se dio cuenta de los ajetreos españoles y envió un mensaje a Pedro de Montúfar, informándole de la situación, enviándole mensajes por lo cual se descubre que habían sido víctimas de engaño y traición por lo cual se desata la batalla en donde el coraje demostrado por los quiteños hizo que los españoles abandonen sus cañones y busquen refugio en la iglesia, pero a pesar de todos estos esfuerzos la ciudad de Ibarra solo resistió un par de días más, y pierde la batalla el  1 de diciembre de 1812; en donde  Toribio Montes dispuso el fusilamiento de más de 75 oficiales en la Plaza de Ajusticiamiento con el objeto que sus cuerpos reciban el escarnio de la gente de la ciudad. Desde ese día la plazoleta fue conocida como Plaza del Martirio.

BATALLA DE YAGUACHI





Histórica batalla con la que el ejército del Gral. Antonio José de Sucre inició su victoriosa campaña por la libertad de nuestra patria,  dicha batalla se dio el 19 de agosto de 1821.

 Las tropas patriotas comandadas por el Gral. José Mires derrotaron a las fuerzas españolas del Crnel. González, que enviadas por Aymerich habían venido desde Quito para tratar de poner fin a la Revolución del 9 de Octubre de 1820 con la que Guayaquil había proclamado su independencia.
Sucre, llega a Guayaquil al mando de un pequeño contingente militar, por lo cual completa su ejército con los sobrevivientes de la campaña que un año antes se había iniciado bajo el mando de Febres-Cordero y Urdaneta, y de inmediato se preparó para enfrentar a los realistas.

Durante su  marcha hacia el interior Sucre acampó con su ejército en las cercanías de Babahoyo, donde tuvo noticias de que el Gral. Aymerich -jefe al mando de las tropas realistas- había preparado un movimiento envolvente, disponiendo que el Crnel. Francisco González - saliera desde Cuenca para que se interponga con sus fuerzas entre Guayaquil y Babahoyo, a la altura de Yaguachi, mientras que él, viniendo desde Quito, lo enfrentaría en Babahoyo: De esta manera los patriotas serían atacados por dos frentes y serían fácilmente liquidados.

Al descubrir las intenciones realistas, Sucre preparó un plan de guerra y el 19 de agosto envió al Gral. Mires para que enfrente y detenga al ejército español en las estribaciones de la cordillera, Mires dio tan rápidas y certeras descargas, que obligó al enemigo a replegarse para intentar reorganizarse, todos los esfuerzos que los realistas hicieron para sostener las embestidas de Mires fueron inútiles,  pues los batallones patriotas lucharon con verdadero valor y heroísmo obligando a los españoles a retroceder lentamente y finalmente derrotarlos.


El Crnel. González pudo escapar sólo con ciento veinte efectivos, dejando en el campo de batalla 400 hombres entre muertos y heridos, más de 500 prisioneros y gran cantidad de armamento, municiones y vituallas de guerra, que fueron aprovechadas por el ejército independentista. Entre los patriotas apenas hubo 20 muertos y veinticinco heridos.

martes, 7 de febrero de 2017

Historia del Ecuador


Huayna Cápac, padre de Atahualpa y Huáscar  murió en torno a 1525 sin dejar nombrado a un sucesor, lo cual dio lugar a la sangrienta guerra civil incaica por la sucesión entre Atahualpa y su hermano Huáscar, por lo cual  Atahualpa quedo al mando del ejército incaico del Norte y a cargo del gobierno de esa región, que estaba subyugada al imperio incaico  a diferencia de su hermanastro Huáscar que se coronó inca en el Cuzco y tras una larga campaña , Atahualpa logró vencer a Huáscar cerca del Cuzco.
                             
En 1532, informado de la presencia de los españoles en el norte del Perú, Atahualpa intentó sin éxito pactar una tregua con su hermanastro. Huáscar salió al encuentro del ejército quiteño, pero fue vencido en la batalla de Quipaypán y apresado en las orillas del río Apurímac cuando se retiraba hacia Cuzco. Posteriormente, Atahualpa ordenó asesinar a buena parte de los familiares y demás personas de confianza de su enemigo y trasladar al prisionero a su residencia, en la ciudad de Cajamarca.
                             

En ese momento, el emperador inca recibió la noticia de que se aproximaba un reducido grupo de españoles, al mando de Hernando de Soto, lo sorprendió en estas circunstancias y accedió a concurrir a una entrevista con Pizarro en la plaza de Cajamarca, La entrevista era un ardid tramado por Pizarro para apresar al Inca. En efecto, cuando Atahualpa llegó a la plaza al frente de su ejército desarmado y con la intención de negociar con Pizarro de acuerdo con la lógica bélica inca, fue atacado por sorpresa.
                                            
                                

 Atahualpa ofreció pagar un enorme rescate a cambio de su libertad y Pizarro aceptó su oferta. Pero los españoles temieron un ataque indígena y decidieron deshacerse de Atahualpa. Tras recibir el rescate lo acusaron de traición, de conspiración contra la corona española, y de asesinar a Huáscar. Lo sometieron a juicio, lo sentenciaron a muerte y lo ejecutaron por estrangulamiento.
La derrota y muerte de Atahualpa y el rencor de los cuzqueños hacia el Inca ejecutado permitieron que los españoles ingresaran a la ciudad sin oposición. Incluso, fueron recibidos por Manco II, quien se convirtió en Sapa Inca con el beneplácito de los recién llegados. La débil resistencia al mando del general Quisquis no pudo impedir el ascenso de Manco II ni la consolidación de la presencia española en la región